Por : Diego Martin
Cod. 2011045101
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La República Democrática del Congo se encuentra ubicada en el centro del continente Africano, tiene una población de 60.8 millones de personas de los cuales 48.9 sufren de hambre crónica demostrando con esto que la falta de un gobierno fuerte, los miles de refugiados, la pasividad de la comunidad internacional, entre otros factores son causa de ésta situación.
El término “hambre crónica” o “subnutrición”, refiere que los habitantes no comen lo suficiente para tener la energía necesaria que les permita desarrollar una vida activa. Su subnutrición les dificulta el estudio, el trabajo o la práctica de cualquier actividad que requiera esfuerzo físico. La RDC es el país en el que más ha crecido el número de personas que se encuentran en esta situación, que seobserva con mayor impacto en las provincias de Kasai,Pasando De Los 11 Millones De Desnutridos A Los 43 Millones Y Casi 49 Millones a la fecha, "como resultado de un conflicto generalizado y persistente", según la FAO.
El país centroafricano es el punto más visible de la crisis originada por la subida del precio de los alimentos, especialmente de los cereales, base de la alimentación de los países en desarrollo.Uno de los datos más sorprendentes es que el 65% de la población que sufre 'hambre crónica'se distribuye en tan sólo siete países: India, China, República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Pero, a pesar de la moderada bajada de los precios, Hafez Ghanem (Director General adjunto de FAO) ha recordado que la situación sigue siendo crítica, demostrando que si la restricción de crédito y crisis económica persiste, el año próximopodrá darse otra brusca alza de precios.
Adiós a las reservas de los cereales: La conocida como 'crisis del arroz' no ha sido bautizada así por casualidad. Muchos de los principales productores mundiales —como la UE, China y EEUU— han cambiado sus políticas agrícolas en los últimos años, reduciendo la producción mundial de cereales. Los factores naturales, especialmente las sequías y las inundaciones, también han ayudado a que las reservas se encuentren en el menor nivel de los últimos 30 años.
El precio del petróleo: Muy pocas cosas quedan al margen de los vaivenes del precio del combustible. En el caso de los alimentos, la dependencia es muy fuerte. El coste del transporte se ha duplicado en los últimos dos años y el de los fertilizantes se ha multiplicado por tres en el mismo periodo.
Los polémicos biocombustibles: El debate sobre la conveniencia de los combustibles derivados de productos agrícolas es intenso pero la FAO considera que éstos son causantes directos del aumento del hambre. En 2007 y 2008, aproximadamente el 4,7% de la producción mundial de cereales se dedicará a la fabricación de biocombustibles.
Políticas comerciales (erróneas): Algunos países han adoptado medidas para minimizar la subida de los precios pero, según el análisis de FAO, en muchos casos ha sido peor el remedio que la enfermedad. Ante el miedo al desaprovisionamiento, hubo gobiernos que optaron por reducir las exportaciones lo que, por una parte, aumento la escasez en el mercado y, por otra, potenció la especulación con los alimentos.
Los niños están en alto riesgo en la República Democrática del Congo.
Muchos niños se encuentran en alto riesgo de inanición en el oriente de la República Democrática del Congo, según advirtió el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Los cinco años de guerra civil han tenido un efecto drástico en la vida de la población local, afirmó este ente de la Organización de las Naciones Unidas. Representantes del PMA encontraron, durante una visita a un hospital local, a niños con síntomas de desnutrición grave. Las fuerzas de la ONU no han logrado frenar la violencia. "Vimos salas repletas de bebés demacrados y menores con sus estómagos hinchados, labios muy delgados y cuyo cabello se había tornado amarillo", dijo Félix Bamezon, del PMA.
"Estos niños están muriendo lentamente de inanición. No podemos quedarnos parados y dejar que esto suceda", añadió. El PMA ha pedido 46.000 toneladas de alimentos para ser distribuidos en los próximos seis meses a unas 500.000 personas, en su mayoría afectadas por la guerra.
Los enfrentamientos hicieron que fuerzas especiales francesas sean desplegadas en la región para apoyar a las fuerzas de paz de Naciones Unidas. Unas 300.000 personas han sido desplazadas a raíz de los últimos enfrentamientos. Unas 60.000 de ellas llegaron recientemente a Beni, a unos 400 kilómetros de Bunia. Los grupos más vulnerables son los de los niños, mujeres embarazadas y ancianos. Las operaciones de emergencia del PMA están concentradas en estos recién llegados.
Según el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas. Alrededor de 1,5 millones de mujeres embarazadas y niños menores de cinco años hacen frente a una hambruna extrema en la República Democrática del Congo (RDC), según anunció el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA).
Asimismo, los índices de malnutrición aguda superan el 15% en algunas provincias del país, según un estudio realizado por el Ministerio de Salud congoleño y apoyado por el PMA y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Como causas se apunta a la falta de un sistema sanitario adecuado, así como al mal suministro de agua potable y de alimentos. Tampoco se cuenta con herramientas y semillas suficientes en el sector agrícola, señala el informe.
Según el PMA, la situación se ve agravada por los conflictos locales y la crisis financiera mundial. En la RDC varios grupos rebeldes siguen luchando por el control de las provincias del este, que cuentan con abundantes recursos minerales.
Además, el país hace frente a las consecuencias de una guerra civil en la que murieron más de cinco millones de personas entre 1998 y 2003. Aveba, Congo. La primera vez que el ejército congoleño trató de recuperar esta aldea del control de las milicias que han estado luchando por ella desde el supuesto fin de la guerra civil en 2002, los soldados del gobierno desertaron y huyeron. Eso fue en enero.
Pero mientras el estado puede tener el control, de momento, el intento ha engendrado una crisis propia. Miles de personas han inundado la aldea, exhaustas y demacradas después de haber esperado en la selva el fin de los combates, perpetuando el hambre y las enfermedades que mantienen al Congo en sus garras tras una mortífera guerra civil de cinco años.
En menos de una década, se calcula que murieron cuatro millones de personas, la mayoría de ellas por hambre y enfermedades causadas por el conflicto. Ha sido el conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial, en el que murieron más de mil personas por día. Para muchos aquí, la supervivencia, no las elecciones, es el hito histórico.
"Huimos porque no queríamos morir en nuestras casas", dijo Ngava Ngosi, uno de los miles atrapados en la mortífera odisea de escapar de la aldea a la selva y de vuelta de nuevo en un caos aparentemente interminable al este del Congo. "Pero en la selva también morimos".
La batalla de Aveba, una de una serie de aldeas pequeñas, pero de gran valor estratégico en la región de Ituri, rica en minerales, ilustra el peligroso camino que debe cubrir el Congo en su ruta hacia la paz y la democracia.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias de julio serán el primer momento de autodeterminación para la mayoría de los angoleños; la última elección multipartidista tuvo lugar en 1965. El Congo fue gobernado durante 32 años por Mobutu Sese Seko, que lo bautizó Zaire y mantuvo al país secuestrado por un gobierno rapaz y autoritario. Desde el derrocamiento de Mobutu en 1997, el país, rebautizado como República Democrática del Congo, se han visto atrapado entre las garras homicidas de milicias rivales, nacionales y respaldadas por países vecinos.
La guerra terminó oficialmente desde el acuerdo de paz entre las facciones que lo firmaron hace cuatro años, pero la transición a la paz aún debe empezar. La lucha ha continuado intermitentemente en el confuso y complejo conflicto, que empezó cuando Ruanda y Uganda respaldaron un movimiento rebelde para derrocar a Mobutu, que murió en Marruceos en 1997. La guerra se descontroló cuando el movimiento rebelde se volvió contra sus patrocinadores extranjeros.
En Aveba, base de la compañía del mayor Anwar, los civiles han empezado a volver poco a poco de la selva, esperando hallar alimento y seguridad. La mayoría proviene de aldeas circundantes, así que se han instalado como okupas, ocupándolas casas y comiendo las cosechas de los que huyeron.
Agencias de ayuda en Bunia, la capital regional, han luchado para trabajar en el área. Las milicias y bandidos siguen en el campo, aunque hayan sido expulsados de sus guaridas en las montañas, y atacan a los convoyes de ayuda para hacerse con alimentos, medicinas y dinero.
[Las enfermedades son incontrolables. El 22 de junio, Médicos Sin Fronteras pidieron ayuda para combatir una plaga de neumonía en el nordeste, mencionando 144 casos, y dijeron que el área hace frente a "un estallido fuera de control", informó la agencia France-Presse]. La penuria es increíble: Una agencia italiana, Cesvi, trató de llevar alimentos a Aveba, pero se topó tanta gente desplazada en Geti, que dejó sus suministros en el camino.
En Geti, a 16 kilómetros al este de Aveba, cientos de personas llegan cada día, buscando comida y seguridad. La familia Kanoya, unas dos docenas de personas, esperaban debajo de un bananero a Tchoni Mugero, su patriarca, para levantar un refugio improvisado de hojas y ramas. Les tomó tres días reunir suficientes materiales para construir una casa, y en el entretanto han estado durmiendo a la intemperie. "Nunca habíamos sufrido tanto", dijo Djimo Charles Kanoya, miembro de la familia. "Pasamos un mes en la selva. Los niños tienen hambre y frío". Más que comida, la gente necesita mantas y plástico para refugiarse del frío de la montaña en la noche.
En el hospital de Geti, Ngele Anyodi, una enfermera, dijo que los niños estaban muriendo de enfermedades y desnutrición todos días debido a que no podían llegar a hospitales mejor equipados. "Este hospital fue saqueado durante el conflicto", explicó, mostrando las oficinas robadas, los laboratorios y la farmacia desprovistos de microscopios, medicinas y equipos médicos. "No podemos cuidar aquí a los enfermos. No tenemos con qué". En realidad, la enfermera a cargo -aquí no hay médicos- también es una paciente, de malaria. La elección puede estar a la vuelta de la esquina, pero votar, dijo, es lo último que tiene en la cabeza. Los muertos, dijo, no pueden votar. "Necesitamos ayuda", suplicó Anyodi. "Primero tenemos que sobrevivir".
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